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Metro Normal

Dije música.
No caricias a medio morder.
Ni tardes grises
como régimes caídos;
Y todo por no olvidar
a tiempo. Toda una vida
tratando y eras tú quien
mentía, laberinto en la mano.
Tu quién repetía esa canción:
Como la vida misma,
Como la vida siempre:
Ansiosa de nadar hacia lo alto,
dónde ruidos negros
hacen el amor o acuchillan crepúsculos.
Porque para ustedes, damas y caballeros,
los acordes inmóviles
tienen aquí segura
una trasnparencia;
fuera de tonalidades violeta,
delirios y ritmos lentos,
los colores enseñan
como una forma
aunque luminosa
puede ser opaca.
 
Tan opaca, sí,
que todas las estrategias
y todas las armaduras quedan falseadas
hasta encerrarse sin ayuda de nadie
para solo ser memoria,
                                         silencio,
                                                 este instante.

Variaciones sobre tema urbano.

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