Ángel García

Timo.

Como la anticipación eterna
de aquel que está en la carretera
cuando duele el corazón.
El dolor se torna proyección
y se derrama cual whisky sin borrachera,
camino sin caminera,
barco sin timón.
Timo de noches de ojeras
que aprovechan la ocasión
y no se esperan:
te bajan el metafórico pantalón
mientras te queman cual candela.
Al terminar, se van con una canción
y un ciao, bella!,
hasta la siguiente ocasión.
Y así te dejan,
con la cabeza cual ciclón
y el whisky en la mesa
vendido al mejor postor,
vendido a la postrera.
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