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Fantôme

Es MI turno de encontrarte. Estás debajo de un árbol, como lo mencionamos alguna vez.
Esperas, algo nervioso. Tienes algo para leer y pretendes concentrarte, pero te encuentras mirando a todas direcciones. No me ves. Tu búsqueda de una pista de mi presencia me enternece.

Decidido, me acerco.

Poco a poco, escucho el quebrar de algunas hojas debajo de mis tenis sucios. No hace mucho calor, pero se siente algo de viento. Vuelan los dientes de león.

De un momento a otro, los delicados mechones de tu pelo se cuelan por entre tu frente y tus lentes.

Juguetean el viento, tu cabello y el tiempo. Tu pureza.
Con un rápido movimiento, te acomodas. Vuelves a estar perfecto. No. Jamás dejaste de estarlo.

Una rama resquebraja el silencio que te consumía.

Volteas casi por reflejo.

Reconoces mi mochila de alguna manera. Piensas que es algo infantil, pero divertido. Si los ojos pudieran sonreír, los tuyos lo hubieran hecho en ese momento.
Subes y los míos ya te esperan.

Un tenue reflejo de cortados pedazos de luz por las hojas de los árboles, se reflejan bailarines sobre el cristal de tus ojos.

Entonces sucede.

Nos miramos.
Y todo.
absolutamente todo,
se nos olvida.
El libro que estás leyendo. La música que suena de fondo, saliendo de mis audífonos. La gente a nuestro alrededor. Los autobuses de lejanas calles. Las aves atestiguando.

Y sólo nos perdemos en una inmersa profundidad.

Cuando menos nos damos cuenta, mi mano y la tuya se encuentran sujetas y tú, esbozando una sonrisa, te levantas de tu lugar. No te importa abandonarlo. Ya no. Te sientes seguro.

Llegó la hora de volar.

—Hola
—Hola

Y nuestro aliento nos envuelve en serenidad. En confianza.

Nuestras manos se siguen presentando. La suavidad nos conduce a la ternura.

—Ya estoy aquí—digo, sin despegarme de tu sonrisa.—, para jamás irme.

Y entonces, entre la travesura del viento y el cantar indiscreto del tiempo siendo despreciado, nuestros cuerpos están juntos. Nuestros latidos se sincronizan en un largo, esperado y muy ansiado abrazo.

—¿Te puedo abrazar para siempre?

—Por toda la vida.

Y el piso nos rinde honor. Y el cielo se pone contento. Todo parece guardar un ahogo.

—Y ahora, sonrío, confiado un poco, de que esta vez encontré llegar al momento y a la persona para el que estaba destinado llegar.

Me había convertido en fantasma también.

Piaciuto o affrontato da...
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