#EscritoresEspañoles
Hace unos minutos que ha recibido la llamada, y desde entonces no ha soltado el… Qué tristes son las lágrimas de un viejo,
Con los días contados, chaval, así vivimos todos. Esperando a que nos tachen de la lista. Distrayendo
En todas las ciudades que he pisado me ha parecido verte: un autobús que arranca y que no cojo,
Un simple comentario a destiempo, sin ninguna intención.
Ya poseemos casi todo lo que nos iba a hacer felices. Puede decirse
Llora cuanto quieras sobre mi hombro, desahógate, cuenta conmigo para lo que haga falta.
Sale de la marquesina y mira hacia la izquierda; vuelve y reinicia su pequeño “claqueteo” nervioso. No aguanta más, se muere, necesita
Es inútil buscarlo. Cuando menos lo esperas, aparece en un bar. Y ya nada es igual en adelante. Un día tocas los dientes de la gloria,
Dejo el periódico sobre la barra. Enciendo un cigarrillo. Tomo
De aquí a un tiempo, puede que llegue a ser como vivir
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren —y a los que quiero de verdad—,
Vencido, una vez más. Por el amor… el odio, o por la vida que no hace concesiones ni da treguas. Aquí, en la esquina de un siglo
Tienes veinte años, tienes a la vida por el cuello a tu merced; pero no es suficiente,
Tendría alrededor de ochenta años, estaba atascada en un semáforo, como un barquito de vela bajo la tormenta,
Uno siempre espera que suceda algo, que algo bueno suceda, algo que le dé un giro brusco, un empujón, un bandazo