LA HISTORIA
El horror de las guerras se muestra
en los rictus mortis de los rostros
de los cadavéricos reyes, reinas, vasallos,
concubinas, mendigos y gentes de a pie
que murieron sorbiendo el elixir
de los viejos odres de las vendimias
de la colonización que llegaron con sus tutores
pisoteando y mancillando a sencillos
hombres y mujeres vírgenes, que tenían al
sol, la piedra, la montaña, el rio, el jaguar
como dios para convertirlos en sus sumisos y esclavos.
A veces repaso mi mirada
una y otra vez sobre pequeñas cosas
insignificantes, desvencijadas, mórbidas,
llenas de historias muertas
que no llevan a ningún lado
¿Qué es la historia?
Sino la narración de hechos que murieron
pausadamente o violentamente
tras un período de fecundación de acontecimientos
que tuvieron luminosidad o relumbrón
o mas bien que fueron opacos,
pero que dejaron su huella de vida o muerte
como estela lunar en nuestras existencias.
Mi repaso de la mirada oculta de la historia
sigue la huella de esos hombres que no vivieron
esas muertes violentas, pero cuentan cada gota
de sangre o alarido, o vidas cortadas que quedaron
en la yerba impregnada en los caminos
que se agotaron de llevarlos y traerlos.
Hoy se excavan tumbas, se husmean cementerios
se desentierra huecas, se va a la mítica selva
por ciudades perdidas, por civilizaciones ya inexistentes.
Todo vale para reconstruir la huella que nos
empeñamos en borrar, pero al mismo tiempo
en grabarla en piedra para que no muera el aliento.
El horror de las guerras se muestra
en los rictus mortis de los rostros
de los cadavéricos reyes, reinas, vasallos,
concubinas, mendigos y gentes de a pie
que murieron sorbiendo el elixir
de los viejos odres de las vendimias
de la colonización que llegaron con sus tutores
pisoteando y mancillando a sencillos
hombres y mujeres vírgenes, que tenían al
sol, la piedra, la montaña, el rio, el jaguar
como dios para convertirlos en sus sumisos y esclavos.
¿Cuál será el punto de inflexión de nuestra historia?
Pasaremos como los villanos de un siglo de oro
arrinconados en nuestras cuevas por un mísero virus.
No nos vemos como los héroes de caricatura y papel
que hemos creado para recrear a las masas amorfas
de un siglo que marca diferencias desde su inicio.
