En El Rincón de Tu Alma
En el Rincón de Tu Alma
Dime, amor, en qué lugar de tu pecho resido,
si soy llama diminuta o un rincón escondido.
No me importa el tamaño, solo quiero saber
si en tu mundo infinito logro algún amanecer.
¿Soy estrella entre tus sueños, un suspiro en el viento,
o tal vez un viejo verso que repites en silencio?
¿Soy historia que se cuenta, un camino no andado,
o el refugio donde guardas lo que nunca has confiado?
Si me pones entre promesas que el tiempo deshojó,
o en el cajón de imposibles que jamás se cerró,
no me alejes de tu sangre, de ese fuego interno
que nos une más allá de lo eterno o lo efímero.
¿Estoy cerca de la aurora que ilumina tu frente,
o en la sombra que te abraza cuando el día se ausenta?
¿Soy la huella en tu memoria, el rumor de tu piel,
o el silencio que te nombra cuando no hay qué decir?
Podría ser una grieta, una herida entre flor,
o el abrazo que resiste al más frío rigor.
No me escondas en la niebla, no me borres del mapa,
aunque sea un punto leve, déjame ser tu relámpago.
Si algún día me despiertas y no estoy en tu nido,
busca en el mar de tus risas, en el llanto que has vivido.
Soy la chispa que persiste, el latido en tu herida,
la canción que no se apaga, aunque olvides la melodía.
Guárdame entre tus horas, en el polvo de tu casa,
en la taza de las tardes, en la luna que te abraza.
No me sueltes de tu aliento, de tu voz en la penumbra,
que aunque el mundo se derrumbe, donde estés... yo estoy.
Porque vivo donde late lo que nunca se desprende,
en la raíz que no mueres aunque el invierno venga.
No soy más que un pedacito de tu propia esencia,
un fragmento de tu calma, un susurro sin presencia.
Así, amor, no necesito ni palacios ni altares;
basta un hueco en tu tristeza, en tus miedos ordinarios.
Mientras arda en tu mirada, mientras exista en tu andar,
seré el sitio que no nombras... pero no dejas de habitar.
—Luis Barreda/LAB
