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luis barreda

Las Manos Que Me Criaron

Las Manos Que Me Criaron
 
Las manos de mi madre vuelan,
como aves en el cielo ligero,
historias de amor entre sus alas,
nutriendo el hogar verdadero.
 
Con la mañana entre los dedos,
amasan vida con destreza,
el horno guarda sus secretos,
pan fresco llena de certeza.
 
En el patio al amanecer,
junto a otras manos que dan calor,
transforman lo simple en magia,
con risas, leña y mucho amor.
 
Sus palmas son cielo abierto,
memorias de inviernos pasados,
trapos cálidos en noches frías,
abrazo que guardo a mi lado.
 
Aunque el tiempo las ha cansado,
con surcos de vida y labor,
sus gestos son mi refugio,
fuente eterna de su amor.
 
Manos que dan sin medida,
con fuerza que el tiempo no apaga,
son raíces de mi vida,
y la esencia que me abraza.
 
Nunca buscan aplausos,
ni premios por su quehacer,
solo un beso en la frente,
o un “gracias” al anochecer.
 
Hoy, al verlas reposar,
frágiles, pero llenas de historia,
sé que en cada arruga y línea
late el triunfo de su victoria.
 
Manos que un día me alzaron,
hoy las sostengo con ternura,
porque en su marchitar sereno
vive la eterna juventud pura.
 
¡Oh, manos sabias y calladas,
que en lo humilde hallaron luz,
son el vuelo que no termina,
el nido donde crecí... ¡mi cruz!
 
—Luis Barreda/LAB

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