CON LOS AÑOS HE APRENDIDO
Con los años he aprendido
que el tiempo no se detiene,
que las heridas se cicatrizan
y las tormentas se serenan.
Que guardar rencor es un peso
y perdonar, aunque cueste,
es la llave que abre las cadenas.
Con los años he aprendido
que el silencio a veces grita,
que una mirada puede hablar
y un abrazo fuerte calma heridas.
Que no hay palabras en el diccionario
que expliquen lo que el alma siente
cuando el amor verdadero vibra.
Con los años he aprendido
que errar no es fracasar,
que cada caída es un camino
para volver a comenzar.
Que las cicatrices no son vergüenzas,
son mapas que cuentan historias
de batallas que logré ganar.
Con los años he aprendido
que el sol sale tras la noche larga,
que la esperanza es semilla
que se riega con el alma.
Que aunque el invierno sea frío,
siempre llega la primavera
con su manto de flores blancas.
Con los años he aprendido
que las pequeñas cosas importan:
el café de la mañana,
la risa de un niño en la plaza,
el olor a lluvia en la tierra,
o una carta escrita a mano
con letra torpe y sincera.
Con los años he aprendido
que no hay que temer a la edad,
que las canas son relámpagos
que iluminan la verdad.
Que la juventud no está en la piel,
sigue latiendo en el corazón
si mantienes viva la curiosidad.
Con los años he aprendido
que el mar no juzga al río,
que todos llevamos dentro
historias de frío y de estío.
Que nadie es dueño de la razón,
y que escuchar con paciencia
es un acto de amor puro y genuino.
Con los años he aprendido
que la soledad no es enemiga,
a veces es compañera
que nos enseña a querernos.
Que estar contigo mismo
es la raíz más profunda
para crecer hacia afuera.
Con los años he aprendido
que la vida no es un trofeo,
ni una carrera veloz
donde siempre hay que ser primero.
Es más bien un viaje lento
donde lo importante no es la meta,
sino el camino y sus senderos.
Con los años he aprendido
que morir no es desaparecer,
es dejar huellas en otros
que seguirán tu existir.
Que el amor no tiene fecha,
y aunque el cuerpo se desvanezca,
el alma sabe volver...
Y así, con los años sigo aprendiendo,
con risas, caídas y espinas.
Porque la vida es un libro abierto
que se escribe día a día.
Y al final, cuando cierre los ojos,
sabré que valió la pena cada página vivida.
—Luis Barreda/LAB