Cargando...
luis barreda

La Vida Que Construimos

LA VIDA QUE CONSTRUIMOS
 
Aprenderás que la vida no es un mapa,
sino un camino que se dibuja al andar,
que las lágrimas no son derrotas,
sino lluvia que ayuda a crecer.
 
Descubrirás que amar no es cargar
a alguien en hombros, sino caminar
juntos, aunque la cuesta duela,
y que estar solo no es vacío,
sino espacio para escucharte.
 
Verás que las promesas no son muros,
solo palabras que el viento lleva,
y que un beso no es cadena,
sino un instante que se queda
como huella en el alma.
 
Aceptarás que caer no es fracaso,
sino aprender a mirar el suelo
antes de alzar la frente,
y que el mañana es un barco sin puerto:
mejor remar hoy con esperanza.
 
Entenderás que el sol, aunque cura,
quema si nos entregamos sin cuidado,
y que hasta el árbol más fuerte
tiene grietas por donde entra la luz.
 
Aprenderás que las heridas
a veces vienen de manos queridas,
y que perdonar no es olvidar,
sino soltar el peso que nos ata.
 
Las palabras, lentas como semillas,
pueden sanar o romper en segundos.
La confianza es cristal que cuidamos años,
y un soplo puede hacerlo trizas.
 
Sabrás que los amigos no son números,
sino raíces que crecen en distancia,
y que hogar no es un lugar,
sino abrazos que nunca se apagan.
 
No cambiamos de amigos,
sino que aprendemos a verlos
en sus nuevas pieles,
como el río que fluye sin perder su cauce.
 
A veces, lo mejor no es hacer algo,
sino estar, callar, compartir el silencio
que habla más que mil canciones.
 
Descubrirás, tarde quizás,
que damos por hecho a quien más ama,
y que un “te quiero” a tiempo
es un refugio contra el adiós.
 
Las circunstancias moldean,
pero la elección es nuestra:
ser piedra que obstruye
o puente que acerca.
 
No te compares, salvo que busques
inspiración, no competencia.
El reloj no espera, pero cada paso
siembra el bosque que serás mañana.
 
No importa dónde estés ahora,
sino hacia dónde miras.
Si pierdes el rumbo, cualquier sendero
será aventura, no error.
 
La fuerza no es rigidez,
sino adaptarse como el junco
que baila con el viento.
En cada grieta hay dos verdades,
y en cada noche, un amanecer.
 
Los héroes no tienen capa,
sino cicatrices y manos cansadas
de hacer lo que el corazón dicta.
La paciencia no es esperar,
sino trabajar mientras llega el alba.
 
Quien creías enemigo, tal vez
te tienda la mano en el barro,
y madurar no es contar años,
sino guardar en el pecho
lecciones que el tiempo enseña.
 
Llevas en ti risas antiguas,
gestos de quienes te dieron la vida.
No robes sueños a un niño:
su esperanza es el mundo.
 
La rabia es válida, pero no espada
para herir. Aprenderás que el amor
a veces llega en silencio,
con gestos torpes pero sinceros.
 
Perdonarte será más difícil
que pedir perdón. Y al juzgar,
recuerda: la misma medida
usarán para ti algún día.
 
El corazón roto no detiene
el giro de la Tierra. Sigue,
aunque sientas que el peso
te arrastra. El tiempo no vuelve,
pero cada día es barro nuevo
para esculpir tu destino.
 
No esperes flores ajenas:
siembra tu jardín, pinta tu alma
con los colores que nadie ve.
Y cuando creas que no puedes más,
descubrirás que eres fuego,
torrente, raíz profunda.
 
La vida no es esperar a que pase
la tormenta, sino bailar bajo la lluvia
con los pies descalzos y el alma abierta.
Valdrá la pena si tienes el valor
de mirarla a los ojos y decirle:
“Sigo aquí, aprendiendo a vivirte”.
 
—Luis Barreda/LAB

Otras obras de luis barreda...



Arriba