Plegaria de un corazón sincero
Padre, en la calma de mi corazón,
te pido compañera de verdad,
una mujer que, con su bondad,
llene de luz cada rincón.
Que su sonrisa sea como el sol,
que ilumine mis días grises,
que en sus palabras no haya mentiras,
sino un refugio de amor y calor.
Bella no solo en su exterior,
sino en el alma, donde brilla más,
que entienda mis silencios, mis temores,
y con paciencia sepa escuchar.
Que sea honesta como el agua clara
que fluye pura en el manantial,
y en sus ojos lleve la esperanza
de un futuro que juntos forjaremos al andar.
Que su risa alivie mis penas,
que su abrazo cure mi dolor,
que sea fuerte cuando el mundo duele
y me inspire a ser mejor.
Que ame los libros, las flores, el viento,
que valore el trabajo y la humildad,
que sueñe con un hogar sencillo
donde reine la paz y la sinceridad.
Que cocinemos juntos la ilusión,
mientras hablamos de lo vivido y lo que vendrá,
que sembremos risas en la mesa
y en las noches, complicidad.
Si cae el mundo, que su mano
no tema sostener la mía con fe,
y si la duda llega a nuestra puerta,
que el respeto nos guíe siempre hacia el bien.
Padre, no pido perfección,
sino un alma que, como la mía,
luche por amar sin condición
y juntos caminemos cada día.
Que sepa perdonar mis errores,
y yo los suyos con igual valor,
que construyamos un camino
donde crezca el amor, sin temor.
Si existe en el mundo alguien así,
una mujer de corazón gentil,
te pido, Dios, con humildad,
que me la muestres, si es Tu voluntad.
Y si no es hora, enseñame a esperar,
a cultivar mi ser con gratitud,
para que, cuando llegue, esté listo
para amarla, servirla y darle luz.
Gracias, Señor, por escuchar
esta oración hecha de anhelar.
Confío en que Tu sabiduría
sabe el cuándo, el cómo y el porqué.
Mientras tanto, aquí sigo,
trabajando, creyendo y soñando,
con la esperanza de que un día,
Tu regalo llegará... y la estaré esperando.
Amen.
Luis Barreda/LAB