No Te Enamores Lejos
Cada mañana empieza con un “hola” en la pantalla,
tu voz me despierta, aunque no estés en mi cama.
Las letras dibujan tu humor: una coma, un emoticón,
y aunque hablamos todo el día, falta tu calor.
Los problemas no se arreglan con un abrazo virtual,
si te enojas, solo queda esperar... y esperar.
Envidio a los que pueden tocarte al hablar,
mientras yo guardo fotos para no olvidar tu mirar.
Las citas son películas que vemos por Zoom,
tu sonrisa se congela, mi mano acaricia el cristal.
Ahorro monedas para un vuelo hacia ti,
mientras sueño con playas que juntos viviremos así.
Los celos son sombras que acechan mi paz:
¿quién te sonríe hoy? ¿quién roza tu andar?
Las noches son largas, tu almohada mi amiga,
la abrazo y susurro tu nombre sin prisa.
Tus risas son música que guardo en mi alma,
cada tono de enojo lo estudio con calma.
Prometes volver, y aunque el tiempo es cruel,
cuento los kilómetros como si fueran piel.
Extraño el perfume que nunca he olido,
tus labios son mitos que ansío descubrir.
Envío canciones, poemas sin tinta,
y lucho contra el mundo que dice: «No sigas».
El teléfono vibra, es tu mensaje de amor,
mientras afuera nieva y aquí falta tu calor.
Tus “buenas noches” son mi canción de cuna,
aunque duela el pecho, no suelto la luna.
Las promesas serán tu religión:
“Espera, pronto estaremos juntos”,
mientras el tiempo se vuelve lento
y el miedo grita: “¿Y si hay otro mundo?”.
Celebrarás logros con un “¡Te amo!”,
llorarás penas con un audio al azar,
y aunque digan que el amor no ocupa espacio,
la ausencia pesa como un mar.
¿Vale la pena este amor sin tacto ni olor?
¿Este viaje sin mapas, este eterno dolor?
Pero si cierro los ojos, siento tu esencia cerca,
y aunque el mundo nos juzgue, nuestra alma no se aleja.
La distancia es un mar que navego por ti,
con olas de fe y un barco de ansias por vivir.
Y si un día el destino nos regala un adiós,
sabré que en el alma nunca fuimos eclipse completo.
—Luis Barreda/LAB