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luis barreda

Ojos de Cielo

Ojos de cielo
 
Llegaste en una tarde de sol y de abril,
con risa ligera que el viento siguió,
la casa vacía se llenó de color
cuando tus pasos la hicieron hogar.
 
No era el invierno, pero nevó en mi piel,
al ver tu mirada cruzar el jardín:
dos luceros tibios, un mar en calma,
dos destellos azules que iluminan mi alma.
 
Los días murmuran tu nombre al pasar,
la luna se asoma por verte brillar;
no hay flor en el campo ni estrella fugaz
que logre empañar tu sencillo mirar.
 
Me asomo a la verja, disimulo ansias,
el pecho me late con fuerza de ola,
quisiera nombrarte, mas se traba el alma...
¿Cómo hablar de amores si el verso no alcanza?
 
Hoy quise esperarte sentado en tu acera,
juntar las palabras que el miedo deshace,
pedirle a la aurora un verso sincero:
“Tu luz me hace falta, sin ti me deshago”.
 
No hay verso ni música, no hay melodía
que iguale el susurro de tu respiración.
Si un día me escuchas, si un día confías,
te juraré eternos bajo tu cielo azul.
 
Y aunque el tiempo siga girando en su danza,
guardaré este instante donde todo empezó:
vecina del alma, dueña de mi suerte,
ojos que son puertos... mi paz y mi suerte.
 
—Si sales esta noche, si el mundo se calma,
te diré en voz baja lo que el alma clama:
“Eres mi canción cuando el sol se esconde,
el azul que falta cuando el día es gris”.
 
—Luis Barreda/LAB

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