Otoño de Raíces y Flores
Otoño de Raíces y Flores
El viento canta su canción de adiós,
acariciando ramas sin color.
Las hojas bailan un vals dorado,
mientras el sol se esconde, resignado.
El jardín que ayer fue un altar de luz,
hoy se viste de sombra y de quietud.
Las flores, que en abril fueron pasión,
murmuran su último verso en el rincón.
Tú caminaste entre mis pétalos rojos,
bebiendo el aroma de mis antojos.
“El problema es que te enamoraste de mis flores,
no de mis raíces... Y cuando vino el otoño
no supiste qué hacer”. Te fuiste sin rumbo,
llevándote el verano, dejando el asombro.
Ahora las ramas susurran tu nombre,
y el frío dibuja ausencia en el aire.
Mis raíces, profundas, guardan memorias:
noches de estío, risas y historias.
Pero tú solo viste lo efímero,
la belleza que el tiempo convierte en escombro.
El río arrastra hojas hacia el olvido,
como llevó tus promesas sin sentido.
Yo, árbol desnudo, aprendo a vivir
en la calma que deja el huir de la luz.
No soy solo lo que el viento derriba,
soy savia que en silencio resiste la herida.
El otoño no es muerte, es renacer:
semillas que esperan bajo el taller.
Tú, que amaste solo mi fulgor,
nunca entendiste que en la oscuridad
se teje la fuerza para volver a brotar.
Y mientras la escarcha besa mi piel,
mis raíces susurran: “Aquí estoy, soy fiel”.
—Luis Barreda/LAB
