El Kamasutra sugiere que las tres primeras noches deben reservarse para la exploración sexual no genital. Masters y Johnson, modernos maestros de la sexualidad, crearon el término foco sensorial: una práctica en la que una pareja se abstendrá del coito para aprender mejor sobre el cuerpo del otro. Estos ejercicios alientan a la gente a concentrarse en sus sentidos. No se permite ningún contacto genital: la misma práctica que el Kamasutra sugirió mil setecientos años atrás. El Kamasutra enfatiza la importancia del conocimiento sexual para lograr una unión feliz. O lo que es igual: la armonía suprema entre un hombre y una mujer respecto al amor, confianza, respeto, compañerismo y también sexo. El Kamasutra vive según un principio esencial: lo que es bueno para el cuerpo es bueno para el sexo. Su perspectiva de la dieta y los ejercicios se relacionan con la idea de que las potencias sexuales son inseparables de la vitalidad del cuerpo. Sugiere que hay un tiempo y un lugar para el sexo, y brinda una etiqueta para evitar relaciones problemáticas y lograr la unión feliz. El placer sexual no es un desempeño a ser medido sino una felicidad a ser compartida.
—¿No te gustaría estar aquí, conmigo? Tengo un ropón de seda, escotado y bien corto.
Silencio absoluto, apenas siente su respiración.
—No cuelgues, por favor.
—Estás loca.
—No, semidesnuda. No, no vas a colgar, pues tú quieres saber cómo termina esta historia. Me subo el ropón. Ya lo tengo a la altura de las caderas. Las piernas abiertas, flexionadas. Y los senos, ¿quieres verlos?
—Y besarlos.
—No lo harás. Tú solo puedes mirar, y oír, y oler. ¿Sientes mi olor?
—Claro, lo que no sé cómo explicarlo.
—No tienes que explicarlo. Siéntelo.
—Eso hago. Y tus tetas.
—No se llaman tetas. Se llaman se-nos. Y ya te dije, no los puedes tocar.
—No seas malita, un besito, uno solo.
—No, porque tú vas a querer más.
—Tú eres quien quiere más.
—Quiero tenerte aquí, en mi cama, ahora mismo. Y besarte, besarte mucho, y dejar que me toques, primero a través del ropón, luego el cuerpo desnudo. Y mirarnos en el espejo mientras me acaricias. Mirarme encima de ti, de espaldas a tu cara pero de frente al espejo. Mi vulva abierta, la dureza que me taladra.
Vatsayana es bien enfático al asegurar que el hombre debe penetrar a su compañera solo si está bien lubricada. Asegura, incluso, que los hombres que alcanzan rápidamente el placer deben satisfacer antes a la mujer. Pruebe con la masturbación, el sexo oral o un pene artificial. Vatsayana insiste en que lo importante es el placer, no el coito. Tómese su tiempo antes de la penetración. Explore el cuerpo de ella y que ella, en tanto, hurgue el suyo. No tema experimentar en zonas poco visitadas. Cada persona es un arcano que debe ser descubierto. Acaricie a su pareja, mírele a los ojos, apriete su mejilla contra la suya: un abrazo intenso puede conectarlos en un nivel tan profundo que las palabras no sean necesarias. Lavarse uno al otro puede ser una experiencia erótica en sí misma. Vatsayana reconoce que el baño relaja los músculos: deléitese en la experiencia, mientras más suave sea su tacto más excitados terminarán ambos. Sienta la calidez y energía que su pareja le brinda.
—Anoche estuve a punto de llamarte.
—¿Qué ibas a decirme?
—No sé, cualquier cosa. Tenía unas ganas tremendas de hablar contigo.
—¿Sólo de hablar?
—A lo mejor no, quién sabe. La cama se me hace grande.
—No empieces, por favor. Tienes la vida que quieres.
—O que puedo.
—Es lo mismo.
—Si te llamo...
—No me llames. No puedes llamarme, nunca, para nada.
—Si te llamo...
—No insistas. No te entiendo, te juro que no entiendo. No sabes lo que dices. El matrimonio no es lo que tú imaginas.
—Que tú hayas tenido un mal matrimonio no quiere decir...
—No seas tan fresca. ¿Quién te ha dicho que mi matrimonio es malo? Es normal, como todos.
—Por eso me buscas.
—Eso no quiere decir nada.
—Sé sincero, anda. Sé sincero. ¿Cuántas cosas no hemos hecho juntos? Apenas te conozco, tanto tiempo juntos en la cama y a la vez... Por una vez en tu vida debes reconocer que...
Del otro lado solo escuchó el tono, el repetitivo y mecánico tono del teléfono.
En la posición del florecimiento la mujer debe arquear bien la espalda. Permita que su pareja la penetre profundamente. Confíe en él. Invítelo a sentirla como nunca lo ha hecho. En esta posición la vagina está muy abierta para permitir la exploración total. Use un lubricante. La estimulación de los pechos y el clítoris vuelve muy intenso el placer. El contacto visual durante el coito puede aumentar drásticamente la intimidad. La vagina está totalmente florecida, o sea, totalmente abierta, lo que reduce el dolor y ayuda a la fertilidad. Vatsayana de seguro hubiera recibido con agrado los juguetes contemporáneas, como la Love ball, de California Exotic Novelties, que permite movimientos más rítmicos y alivia la espalda de ella. El Luv Seat, del Compass Institute, también ayuda a descansar su espalda y le permite abrir al máximo las piernas. Ese es el secreto de una posición sencilla que solo demanda un poco de creatividad. En la posición par de tenazas el hombre está apoyado sobre su espalda. Después de la inserción del pene la mujer aprieta la vulva y la vagina, lo que se logra después de un largo entrenamiento. La entrada puede ponerse tan tensa que la salida del pene se hace difícil. Esta posición le da control total a la mujer, quien dirige los movimientos y decide la profundidad de la penetración. Une mujer tímida se vuelve más expresiva. Es también la posición ideal para hombres que no logran mantener la erección durante mucho tiempo. Los músculos de la vagina aprisionan el pene lo que incrementa la erección. Un vibrador como el Magnifique, de Contours Institute, puede hacer maravillas para ambos, pues estimula al mismo tiempo los testículos y el clítoris. Muchos viajes al placer se inician gracias al Spinning Sex Swing, de Topco, el que al liberar las manos de la mujer y sostener su peso permite gran movilidad a ambos. La posición del columpio le da poder absoluto a la mujer. Demanda entrenamiento, pero una vez ejercitada ayuda a una sexualidad de veras fascinante.
—¿Cómo anda la situación?
—¿Cuál situación, la internacional, la nacional o yo, mi situación?
—Todas son lo mismo.
—¿Las situaciones o las mujeres?
—Qué graciosa. ¿Cuándo nos vemos?
—¡Qué sorpresa! Se supone que estamos bravos, muy bravos. Tú colgaste la última vez que hablamos.
—¿Cuándo nos vemos?
—Ya te dije, estoy brava. Tal parece que no tienes dinero para una puta. ¿Estás tan mal económicamente que no puedes pagar los veinte pesos de una mamada? ¿O esas mamadas no son tan buenas?
—Tanta vulgaridad no te asienta. Y sí, es verdad que tú lo haces mejor. Te volverías millonaria si te dedicaras a eso.
—No me ofendas.
—Tú sí puedes ofender; yo solo escuchar y callar. Un poco de racionalidad, por favor. Te molestas porque quieres. Tú sabes las reglas. No te ha ido tan mal, así que... ¿Cuándo nos vemos? Tengo algo para ti.
—¿Un regalito?
—Desde cierto punto de vista.
—¿Qué es, anda dime, un regalito para hacer las paces?
—Vi unos videos y...\n
Permita que la antigua sabiduría del Kamasutra guíe su sendero por el aprendizaje y crecimiento sexual. Explore y deje que su pareja lo haga. El placer de su sexualidad es ilimitado. El Kamasutra es una herramienta perspicaz y fantástica. Pero es usted quien debe utilizarla. La semilla de un gran amante ha sido plantada en usted, permita que sus raíces crezcan. Expándase gracias a una sabiduría milenaria.
Con calma mueve el café. Amargo, bien amargo. Un pequeño chocolate lo acompaña, algo dulce para su gusto. El chocolate también debe ser amargo. Suspira mientras repasa con la vista el enorme mortero de la entrada y atisba a la gente que camina apurada. Ella, en ese café, es un lugar común. Una mujer sola en un café es siempre un lugar común. Poco interesante para ser descrito. Acaso las personas que le sonríen, las parejas que se citan, los amigos que escogen el sitio para sus tertulias, ¿acaso ellos merecen ser descritos? ¿Acaso sus historias? Paga su cuenta, y deja atrás las historias posibles, incluida la suya: su no historia. En el bolso, los videos que le resultaron muy interesantes: le pareció atisbar en ellos algo más que pornografía y publicidad, quién sabe. Habrá que volver a verlos. Mientras, el móvil indica una llamada perdida.
De El escritor y la bibliotecaria (Ed. Ácana, 2015)