#haiku #poesía
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.