Envidia.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
Cualquier domingo anónimo cojo y me atrevo a salir de casa con el nombre puesto…
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
Las canas son sabiduría que se desborda.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.