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Duerme Flaca

La Flaca está preocupada, últimamente ha dormido muy bien. Parece que por estos días el insomnio también ha decidido abandonarla, aunque ella sabe que volverá. Se conocen de hace tanto que necesitan del otro para retomar la rutina y dormir solo tres o cuatro horas.

Sabe que es mejor para su cuerpo si el insomnio no vuelve cada noche, pero la tiene tan acostumbrada que sin él no puede dormir. De cerrar los ojos temprano, ¿quién tendrá esas largas conversaciones con el techo?, ¿quién escuchará a los gatos gritar?, ¿quién entrará a la cocina a las dos de la mañana a preparar café?

Que no se mal entienda, dormir está probablemente entre sus tres cosas preferidas, es solo que dormir durante la noche le parece un poco extraño. Le tomó años aprender cómo maquillar sus ojos y arreglarse el cabello para que no se noten tanto las ojeras. Para que ahora, de la nada, comience a tener buenos hábitos de sueño.

Una vez es media noche el tiempo acelera y al momento en que mira la hora, ya son las tres, o las cinco de la mañana. Eso le gusta de la madrugada, que no avisa. Solo la acompaña mientras ella se da cuenta que la debe dejar ir.

Después de más noches de las que puede recordar, se hizo tan amiga de la luna, que no le gusta dejarla sola por mucho tiempo y trata de aprovechar al máximo las horas que tienen para conversar. Pero el ronroneo de los gatos dormidos la distrae y arrulla a la vez. Su cama la reclama, como ha hecho muchas veces con tantos otros.

Por ahora el insomnio solo amenaza con volver. Once de la noche. La Flaca tiene sueño.

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