Luis Barreda Morán

Los Opuestos que Habitan el Mundo

Los Opuestos que Habitan el Mundo
 
Detesto la mirada que juzga a la ligera,
Sin querer ver la historia verdadera.
Quienes no miran de frente, con desdén,
Y esconden sus palabras, no sé bien dónde están.
 
Aborrezco la balanza del tener o no tener,
Quien solo ve bolsillos, no el saber o el querer.
Me enferma esa idea, fría y sin razón,
Que el dinero lo compra... ¡hasta el corazón!
 
Maldigo la crueldad, el juego del dolor,
Quien entrega a los niños un oscuro sabor,
Un objeto de muerte, jamás un juguete,
Robando la inocencia, pisando el planeta.
 
Me aburren los ecos, las voces sin sal,
Repitiendo lo ajeno, sin pensar ni crear.
La envidia que roe, la maldad que atormenta,
La mentira cobarde que nunca se presenta.
 
Me duele en el alma la traición fatal,
Romper la confianza, un puente de cristal.
Y las guerras sin causa, sin amor en la acción,
Solo traen despojos, amarga desolación.
 
Pero...
 
Valoro el que se acerca, con tiempo y atención,
Antes de una sentencia, busca explicación.
Me seduce la frente que alza sin temor,
La mirada sincera, reflejo del honor.
 
Aprecio el cariño que sabe mirar,
Lo que tengo ahora y lo que pude dejar.
Me cautiva el alma que no pone precio,
Que regala su esencia sin torpe artificio.
 
Admiro las manos que siembran la luz,
Que regalan sonrisas, ternura y salud.
Un sueño a un pequeño, un rayo de ilusión,
Construyen un mundo de mejor condición.
 
Me interesa el viaje hacia el propio interior,
Quien ve un universo, un vasto esplendor,
Y siente que una vida jamás alcanzará
Para explicar todo lo que al mirar encontrará.
 
Me enciende la llama de quien da sin pesar,
La bondad que es refugio, el bien sin dudar.
Bendigo la verdad, clara como el cristal,
Que limpia las dudas, trae paz celestial.
 
Me alegra ese verbo, tan fuerte y vital,
“Confiar”, repetirlo, día tras día igual.
Aplaudo las luchas con palabras ganadas,
Con besos que unen almas enamoradas.
 
Y sobre todas las cosas, sobre el cielo y el mar,
Te amo a ti, sencillamente, por ser como eres,
Por la luz que despiertas en todo mi ser,
Por la paz que me brindas, mi norte y mi hogar.
Por la esencia que formas de lo que soy al fin,
Mi refugio eterno, mi razón de existir.
 
—Luis Barreda/LAB

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