La Luna y Su Canción
La luna brilla en el cielo,
vestida de plata y sueños,
acaricia con su manto
los secretos más pequeños.
Los enamorados callan
bajo su mirada tierna,
y en la sombra se confiesan
historias que el tiempo eterna.
Si la pena te visita
y la noche es un abismo,
ella trae luz a tu alma
como un dulce mecanismo.
En el mar pinta senderos
de espuma y cristal brillante,
guía a barcos perdidos
con su faro titilante.
Nadie queda sin consuelo
cuando ella alza su vuelo:
teje esperanza en los niños,
calma el miedo del abuelo.
Baila con las mariposas
sobre flores que no duermen,
y en los campos solitarios
su canción el viento lleva.
Si caminas sin rumbo,
ella sigue tus pasos,
iluminando caminos,
borrando horarios y trampas.
No pregunta ni exige,
solo ofrece su claridad,
mientras el mundo se mece
en su red de tranquilidad.
Ella sabe de silencios,
de suspiros y anhelos,
guarda llantos en su cráter
y convierte en risa el duelo.
Cuando el alba la reclama
y se esconde tras el monte,
deja un rastro de promesas
en el aire que la esconde.
Eterna viajera blanca,
navegante de la altura,
la luna guarda en su pecho
toda risa y amargura.
—Luis Barreda/LAB