Amor Eterno
La noche canta con voz de silencio,
susurra el viento tu nombre en mi pecho,
las horas pasan, la luna me observa,
y en su reflejo tu ausencia no cesa.
Mis lágrimas son ríos sin puerto,
memorias de un beso que el tiempo ha deshecho,
el alma me grita buscando tu abrazo,
y en cada esquina repito tu paso.
Quisiera el cielo prestarme su estrella
para alumbrar el vacío que en mí se revela,
volver a verte, escuchar tu risa clara,
mientras la vida nos une y nos separa.
No hay madrugada que no piense en tu sueño,
ni atardecer que no dibuje tu dueño,
el mar me habla de olas y secretos,
pero en sus olas solo encuentro tus besos.
Dicen que el tiempo cura las heridas,
pero las mías son cicatrices vividas,
guardan tu aroma, tu voz, tu camino,
y el eco dulce de aquel destino.
Amor eterno, luz que no se extingue,
aunque la sombra del adiós me lastime,
sé que tu risa en mi ser resplandece,
y aunque no estés, mi fe no fenece.
Prometo esperar, no claudicar nunca,
mientras la esperanza en mí brilla y lucha,
tarde o temprano, tras la última hora,
nuestras almas se unirán... ¡Esta vez, por siempre!
—Luis Barreda/LAB