Nadie Me Traerá Flores
Cuando muera, no habrá manos que depositen
flores frescas sobre mi nombre desvanecido.
No habrá lágrimas que rieguen la tierra fría,
ni recuerdos que iluminen mi sombra vacía.
Seré eco de un suspiro, un verso olvidado,
un susurro que el viento llevará a su lado.
No habrá velas encendidas, ni rezos en vano,
solo el silencio eterno, mi único hermano.
Quizás alguna tarde, cuando el sol se retire,
una brisa fugaz logre aún conmoverse,
y traiga consigo el aroma de un lirio,
como un adiós que nunca pude merecer.
Pero no importará, pues en vida he sabido
que las flores más bellas son las que se dan
en el instante preciso, cuando el alma palpita,
y no cuando se apaga, en la noche infinita.
Así que no te preocupes si no hay quien me llore,
si no hay flores que adornen mi eterno reposo.
Prefiero el cariño que hoy puedas brindarme,
que el gesto vacío de un ramo olvidado.
—Luis Barreda/LAB