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luis barreda

El Canto del Agua Eterna

El Canto del Agua Eterna
 
Entre montañas y valles profundos,
el río teje su canto en el mundo,
acaricia las piedras, mece los juncos,
y en su espejo brilla el cielo nocturno.
 
La lluvia danza en los techos de zinc,
tejiendo sueños que el viento repite,
moja la tierra sedienta de abril,
y en cada charco, la vida revive.
 
El mar susurra secretos al faro,
olas que besan la arena sin prisa,
lleva en sus olas corales y espumas,
historias de peces que el sol ilumina.
 
El manantial, con su voz cristalina,
nutre raíces, despierta semillas,
riega los campos de trigo y menta,
y en cada gota, la esperanza vibra.
 
¿Qué sería del bosque sin rocío?
Un leño seco, sin musgo ni brillo.
¿Qué sería del cielo sin nublados?
Un desierto azul, sin canto ni nido.
 
El agua es savia que fluye en las venas,
del planeta gigante que gira en silencio,
si un día se apaga su fuente serena,
se rompe el ciclo, se quiebra el tiempo.
 
No malgastes su abrazo en la grieta,
no envenenes su esencia pura,
que en cada río, en cada laguna,
late el corazón de la naturaleza.
 
Cuando el verano reseca la tierra,
y el sol derrite la niebla mañanera,
el agua es oasis, es vida que aclara,
es médula dulce que al mundo sostiene.
 
Guardemos los mares de plásticos tristes,
protejamos los arroyos del hiel,
que el futuro no sea un pozo vacío
donde el eco repita: *«¡Ya no hay miel!»*
 
Que los niños jueguen en fuentes limpias,
que el pescador sueñe con redes plenas,
que la lluvia limpie el humo de fábricas
y el rocío apague las guerras eternas.
 
Agua que naces de nubes y lágrimas,
tú, que das forma a montañas y selvas,
sé nuestro espejo, nuestra maestra,
recuérdanos siempre que “todo es conexión”.
 
—¡Escuchen el rumor de las quebradas!
Voces que claman por conciencia humana.
El agua no es dueña, es préstamo eterno:
cuídala, cuídala... mientras respiras.
 
 
—Luis Barreda/LAB

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