Un silbido en el viento,
el breve latir de unas alas,
y la luz de la mañana,
bastan para traerme tu recuerdo.
La ensoñación de lo distante,
me hace viajar,
visitar castillos en el cielo,
ciudades aéreas de besos,
movidas por huracanes de tiempo,
salvajes luces que se desvanecen al alba,
miles de hojas de papel,
cruzando un cielo violeta,
y escritas con tu nombre.
Aviones sin rumbo,
sin destino cruel que los acompañe,
condenados a la nada,
felices de no ser nada,
felices de volar,
a ninguna parte, a ningún lugar,
flechas perdidas de un despistado Cupido.
Los recuerdos tuyos y míos,
se desvanecen en el aire,
como suspiros,
tras de sí solo dejan su estela,
para que los sigamos,
sin poder nunca atraparlos,
es nuestra condena,
juguemos pues a vivir el instante,
sacrifiquemos el ayer,
vivamos hoy,
y al fin, mañana seremos otro recuerdo más,
al que dejemos volar.