Horacio C.

El río de tus labios

Al hundir los pies en el barro,
cercado por mis errores,
siento mis pies descalzos.
Busco entonces en el horizonte,
una sombra como un refugio,
pero nadie me responde.
 
El agua amansa los peces del río,
mientras un corazón de bruma,
lleno de soledad y de dudas,
pesca en este vacío.
 
El gélido cielo,
esta noche esconde,
su mar de estrellas,
rociando su aliento,
por todo mi cuerpo.
 
Tan solo la Luna preside la escena,
vestida con sus collares de perlas,
lanza hacia mí, semilleros de nostalgias,
queriendo hacer de menos mis desgracias,
tan blanca es su pena,
como negras son mis lágrimas.
 
Si al sentir yo toda esta tristeza,
viera tu rostro entre la maleza,
tu luz llenaría mi orilla,
y bastaría el fluir de tu boca,
para hacer resonar una melodía,
que haría a las palabras prosa,
y a mi verso beber de ti.
 
Cuando el río de tus labios,
cruce la frontera,
que divide tu boca de la mía,
brotará en mí una primavera,
capaz de regar con jazmín,
un campo eterno de azucenas,
sobre el que posar tu cuerpo,
mientras grito bien fuerte al viento,
que la lluvia sabe a ti.

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