Chargement...

Eterna brevedad

Entre tus hojas pinnadas y tus capullos rosados y lilas
casi pasa desapercibida la fortaleza de tu ser,
entre nuestras carcajadas y el cruce de pupilas
casi no advierto tus heridas, mujer.
 
Algunas de tus islas las vi a simple vista,
otras son solo las que me dejaste conocer,
la mayoría nunca las voy a poseer para ser realista,
pero esa noche, Palaos era el elíseo que yo quería recorrer.
 
El alazán de tu piel combinaba perfecto con el atardecer,
y mi sabor a malta con mis ganas de volvernos eternos,
tus ojos áridos hacían juego con el misterio de comprender
la indescriptible falta de tus llamas en mis infiernos.
 
La noche era joven, el tiempo nuestro aliado y mi cabeza una tormenta,
las carantoñas fueron chispas para nuestras teas hambrientas,
tu aliento fue la sentencia de la luna
para disfrutar la bruna, quien presencia nuestra etérea fortuna.
 
Musa de lo fugaz, en las sombras fuimos todo y nada
probé tu hojaldre y fue tan delicioso como tu merengue
tus caderas tienen el secreto de la dicha mejor contada,
y tus piernas guardan la exquisita razón de mi propio derrengue.
 
Tus guedejas que te cubrían el rostro, mi cadena sobre el cuello,
tú eras una cascada, y yo un suicida sin miedo a dejar de respirar,
tus aullidos los reclamaba la luna entre las cortinas con sus destellos
y juntos fuimos el fuego que el sol necesitó para el siguiente día aclarar.
 
Musa de lo efímero, la vida está llena de momentos que se acaban,
pero de recuerdos que duran toda la vida si quieres,
¿ves cómo lo breve también dura tanto como pensaba?
¿ya viste que seremos eternos entre nuestras historias de placeres?
 
Musa de la oscuridad caduca, me regalaste la eterna brevedad,
la oportunidad de comprendernos frágiles y momentáneos,
solo somos seres viviendo preocupados del tiempo sin voluntad,
pero hoy te aprendí a disfrutar y vivir al máximo lo espontáneo.

Autres oeuvres par Mauro Saucedo...



Top