#EscritoresEspañoles
Te veía llegar, cruzar la puerta, darme un besazo en el morro, mirarme a los ojos
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren —y a los que quiero de verdad—,
Ándate con cuidado, que no se entere nadie de que lo pasas bien, que tu vida funciona, y eres feliz a ratos.
Están cogidos de la mano en silencio, bajo los soportales. El niño mira su columpio, muy triste,
No solo eres guapo, fuerte y listo, sino que además de conciencia ni una pizca
El último salvavidas al que suelo agarrarme en estos casos, el teléfono, hoy tampoco me sirve.
Es inútil buscarlo. Cuando menos lo esperas, aparece en un bar. Y ya nada es igual en adelante. Un día tocas los dientes de la gloria,
Nunca lo he visto antes, pero conozco a ese hombre. (Si me acercase, distinguiría en sus ojos
Enamorarse es fácil. Uno puede enamorarse —sin demasiado esfuerzo— varias veces al día, a nada
Tendría alrededor de ochenta años, estaba atascada en un semáforo, como un barquito de vela bajo la tormenta,
Con los días contados, chaval, así vivimos todos. Esperando a que nos tachen de la lista. Distrayendo
Gente exhausta, con la vista clavada en el suelo,
Cosas de la edad, supongo: te da por mirar atrás,
A veces —cuando observa en los bares la sana desvergüenza de los jóvene… los rescoldos de una oscura pasión avivan su mir…
Es lo que tiene, el amor: empiezas siendo el galán protagonista