#poesía
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán
Llevan las medias negro melancolía: como el corazón.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.