Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.