Rosa en La Nieve
Rosa en la Nieve
Llegaste en diciembre, con frío en las manos,
cuando el bosque callaba sin trinos lejanos,
los árboles secos, la tierra dormida,
y el viento cortaba como herida.
¿Por qué en el invierno, tan crudo y gris,
cuando el sol se esconde y no hay raíz?
Las flores se fueron, el campo está mudo,
solo nieve cubre el sendero desnudo.
Podrías elegir la risa de abril,
cuando el campo estalla en verde y marfil,
cuando el río canta y el trigo crece,
y el verano joven su aroma ofrece.
Pero llegaste con escarcha y hielo,
trajiste en tu mano un rayo de cielo.
Una rosa blanca, frágil y bella,
nació entre grietas de dura estrella.
Tus pétalos guardan cicatrices hondas,
batallas con nieves, noches redondas.
Mas brillas altiva, sin miedo al enero,
eres luz en la sombra, faro verdadero.
No temes la noche, el viento que muerde,
ni el tiempo que esconde lo que más se quiere.
Tu espina es orgullo, tu aroma es tenaz,
en ti late el fuego que el frío no apagará.
Si el mundo se viste de blanco silencio,
tus hojas susurran: Aquí no hay tiempo”.
Eres canción rota, verso en la grieta,
promesa que aguarda la primavera.
Hoy, mientras caen copos de algodón,
te guardo en mi pecho, frágil razón.
Rosa de invierno, flor sin verano,
juntos escribimos un canto extraño.
No importa la nieve, la escarcha o el hielo,
tu fuerza es más grande que el viento del cielo.
Y aunque el mundo gire, oscuro y severo,
contigo resisto... invierno entero.
—Luis Barreda/LAB
