Erotica
No soy un juego, ni un trofeo que se gana,
soy el susurro que en tu mente se posa,
la imagen que en tu almohada se desliza,
y el fuego que despierta sin una rosa.
He aprendido a navegar por mi geografía,
mis montañas, mis valles, mi mar interno.
Sé cómo el tacto enciende mi energía,
pero guardo mis secretos en invierno.
No me conquistas con frases de cartón,
ni con fotos que prometen falsos viajes.
Prefiero el ritmo lento del violín,
a los gritos sin alma de los trajes.
El sexo es arte cuando hay complicidad,
cuando las risas rompen la timidez,
cuando un “te quiero” nace en la verdad,
y el placer no se esconde tras un disfraz.
No me defines con palabras vacías,
“puta” es solo un eco sin valor.
Mi piel despierta con poesías vivas,
con miradas que hablan sin temor.
Soy la que invade tus horas sin permiso,
la que dibuja sueños en tu piel.
No necesito ocupar tu paraíso,
prefiero ser el enigma que quieres resolver.
Erótica es la sombra que te sigue,
la canción que repites sin saber por qué,
la que sin tocar, en tu alma escribe,
y te hace desear... sin aparecer.
No busco aplausos, ni mi cuerpo es moneda,
elijo al cómplice que sabe esperar.
Juntos creamos una danza enredada,
donde el alma y el instinto pueden volar.
Así que ahórrate los besos de mentira,
los regalos que ocultan un deber.
Mi erotismo no es llama que se apaga,
es brasa que te quema... sin ceder.
—Luis Barreda/LAB