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luis barreda

El Infinito de Tus Ojos

El Infinito en Tus Ojos
 
Basta una luz de tu mirada clara
para iluminar mi cielo gris y frío,
para que el mundo entero se prepare
a convertirse en un jardín florido.
 
Tu risa es como el canto de la aurora,
un dulce sol que quiebra la tormenta;
en cada gesto tuyo se atesora
la calma que mi alma tanto anhela.
 
Tus manos, dos refugios en la arena,
me guardan del invierno y su quebranto;
son mapas de ternura que serenan
cada herida, cada miedo, cada llanto.
 
Tu voz resuena cual cobijo eterno,
tejido con palabras que son redes;
me abriga en su calor de invierno interno
y borra las distancias y las sedes.
 
Si el tiempo quiere huir, que no lo intente:
hazmos un siglo de este instante urgente.
Que cada abrazo sea un juramento,
un «siempre» que no cabe en un lamento.
 
Contigo, el ruido del vivir se apaga,
las sombras se deshacen, pierden fuerza.
No existe ayer ni mañana que traiga
más luz que la que en tu pupila acecha.
 
El mar, las estrellas, el fulgor del día...
Todo se vuelve eco si estás lejos.
Pero si estás, hasta la noche brilla,
y el universo cabe en tu reflejo.
 
No pido más que este latir sincero,
que tu aliento y el mío sean uno.
El resto es polvo, humo de un sendero...
Contigo, hasta el silencio tiene rumbo.
 
Que dure este milagro de encontrarnos,
de ser dos raíces en un mismo tronco.
Basta tu amor para reinventarnos:
en él, hasta el invierno sabe a asombro.
 
—Luis Barreda/LAB

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