Mi abuela solía decir: “Gato escaldado del agua fría escapa”. A mí me gusta añadir: “Humano escaldado
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Cualquier domingo anónimo cojo y me atrevo a salir de casa con el nombre puesto…
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
A lo mejor es bueno crearse una rutina de romper la rutina diaria y marearse en la noria. A lo mejor tenemos que ser fuertes
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.