Feliz año.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
Cree en ti mismo: la creencia precede a la evidencia.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.