#poesía
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible