Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Llevan las medias negro melancolía: como el corazón.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.