#poesía #vida
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Sol, gracias por levantarte todos los días e iluminar a los habitantes de la Tierra: ingratas hormigas que van a la car…
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Hazlo o no lo hagas: no hay propósito alguno que te haga triunfar.