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luis barreda

Quedémonos aquí, bajo el cielo tranquilo

Quedémonos aquí, bajo el cielo tranquilo
 
No busco fiestas ni luces, ni el baile fugaz,
prefiero el silencio que acuna tu voz.
No anhelo senderos, ni el viento viajero,
solo tus brazos, este rincón y yo.
 
La semana se arrastraba sin tu compañía,
cada hora era un eco de tu dulce existir.
Pero hoy que respiro tu aliento cercano,
no hay mundo más vasto que este por sentir.
 
No hables de calles ni de noches lejanas,
mi universo entero cabe en tu calor.
Tu risa es la música que el alma me guarda,
tu abrazo, el refugio que pinta mi amor.
 
¿Para qué palabras si el tacto lo explica?
¿Para qué salidas si aquí hay eternidad?
Basta una mirada, un suspiro que abraza,
el tiempo se rinde ante nuestra verdad.
 
El hogar no son muros, ni ventanas, ni puertas,
es el latido lento de tu pecho en mi piel.
No cambiaría este instante por mares abiertos:
contigo, la calma es más grande que el edén.
 
Quedémonos quietos, sin prisa ni huellas,
dejemos que el mundo se pierda en su andar.
Mientras dure este beso, la tierra es pequeña...
¿Qué importan los otros? Solo importa amar.
 
Y si el sol se apaga o la luna se esconde,
no habrá oscuridad donde tu aliento no está.
Quedémonos aquí, repitiendo el mismo verso:
“Amarte es el viaje que nunca terminará”
 
—Luis Barreda/LAB

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