A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Mi abuela solía decir: “Gato escaldado del agua fría escapa”. A mí me gusta añadir: “Humano escaldado
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Humano guarda secreto de sumario: llora por dentro.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.