Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.