Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Cree en ti mismo: la creencia precede a la evidencia.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Sin publicidad, sé una buena persona: he aquí el secreto.
Mientras tanto, la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.