#cicatrices #poesia #prosa #tatuajes
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Los ojos de Ella eran de esos que parecían poseer un pedacito de infinito
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podía y se lo creyó.