Dónde Está Dios?
¿Dónde Está Dios?
Dios está en el sol que besa la mañana,
en la lluvia que abraza la tierra sedienta,
en el árbol que aguanta tormenta y helada,
y en la flor que, al abrirse, su aroma despliega.
Está en el río que canta su historia,
en el pájaro herido que busca su nido,
en el pan que compartes con quien tiene hambre,
y en el niño que duerme sin techo y sin abrigo.
Lo ves en las manos que siembran semillas,
en el panadero que hornea esperanza,
en el médico que cura con ciencia y paciencia,
y en el anciano que teje memorias en su casa.
Está en el luto de quien llora en silencio,
en el migrante que cruza desiertos de sal,
en la madre que guarda sus lágrimas secas,
y en el joven que sueña un mundo más igual.
Dios no es estatua ni templo lejano,
es la brisa que seca las lágrimas de un hermano.
En el puente que unió dos almas rotas,
en el libro que enseñó a leer a una niña sin escuela.
Cuando el invierno congela las calles,
Dios es el abrigo que cubre hombros pequeños.
En el huerto que crece tras la sequía larga,
y en la risa que nace de un juego sencillo.
Si buscas sus manos, mira a tu alrededor:
son las tuyas al dar agua al sediento,
las del panadero que alimenta al pueblo,
las del maestro que siembra conocimiento.
Dios vive en el trigo que se hace tortilla,
en la miel que endulza el pan del día,
en el mar que limpia las heridas viejas,
y en la noche que arrulla con su melodía.
No preguntes más: Él está aquí,
en el fuego que enciende caminos oscuros,
en el beso que sana corazones rotos,
y en el valiente que alza la voz por el futuro.
Las manos de Dios son las que construyen,
las que siembran, curan, no las que destruyen.
Si quieres encontrarlo, no mires al cielo:
Él vive en tus pasos, en tu lucha, en tu anhelo.
—Luis Barreda/LAB
