Mientras tanto, el eco de aquel be… seguía resonando en mi cabeza.
La sinfonía de las cascadas de castañas y aguardiente me desvela que
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.