#haiku #poesía
Las canas son sabiduría que se desborda.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Mi abuela solía decir: “Gato escaldado del agua fría escapa”. A mí me gusta añadir: “Humano escaldado
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.