Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
Las canas son sabiduría que se desborda.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Llevan las medias negro melancolía: como el corazón.
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán