#medusa #poesía
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Humano guarda secreto de sumario: llora por dentro.
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Mientras tanto, la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.