Las canas son sabiduría que se desborda.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Mi abuela solía decir: “Gato escaldado del agua fría escapa”. A mí me gusta añadir: “Humano escaldado
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
La procesión va por dentro, no por teatro.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar