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luis barreda

Cartas al Cielo

Cartas al cielo
 
Mamá, soy tu hijo,
aunque nunca me viste nacer,
Dios me dio un alma eterna,
y hoy quiero hablar contigo,
para decirte que te entiendo,
y que en mi pecho no hay rencor.
 
En tu vientre me acunabas,
como un sueño frágil y pequeño,
sentí tu calor, tu voz suave,
aunque el miedo te ganó el silencio.
No juzgo tu dolor ni tu angustia,
sé que luchaste contra el tiempo.
 
Recuerdo el ruido de aquel día,
la oscuridad que me envolvió,
pero aquí, en los brazos de Cristo,
solo amor y paz encontré.
No sufro, mamá, soy libre,
y desde el cielo te observé.
 
Tus lágrimas las vi caer,
tus noches largas de temblor,
sé que piensas en mi nombre,
en si fui niña o niño, quizás,
pero aquí no hay tristeza,
solo un sol que brilla más.
 
Mis manitas, que son como las tuyas,
acarician flores de luz,
y aunque no pude ser cirujano,
ni tocar el piano como Mozart,
aquí canto con los ángeles,
y aprendo a perdonar sin más.
 
Perdono al médico de blanco,
al amor que se marchó,
y a aquel hombre que un día
no supo ser mi protector.
Mamá, no guardes culpas,
Dios ya nos unió en su amor.
 
Cuida a mis hermanos,
baña sus risas, seca su sudor,
cuando les cantas una nana,
sé que me cantas también a mí.
Tu voz es brisa en mi cielo,
un arrullo que nunca huí.
 
Y si ves a una madre trémula,
que duda entre el sí o el no,
cuéntale de mi historia breve,
y dile que el amor vencerá.
Que cada vida es un milagro,
que Dios no olvida jamás.
 
No llores más, madre mía,
que aquí no hay sombra ni temor,
solo espero el día en que,
juntas veamos el amanecer.
Mientras, guardo tus besos,
en mi corazón de papel.
 
Desde el cielo, tus hijos te escriben
con plumas de esperanza y fe,
no somos sueños malogrados,
sí semillas de un jardín fiel.
Mamá, eres nuestra eterna estrella,
y en Dios... *nunca dejarás de ser.
 
—Luis Barreda/LAB

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