Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Las canas son sabiduría que se desborda.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Hazlo o no lo hagas: no hay propósito alguno que te haga triunfar.
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.