La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
Hazlo o no lo hagas: no hay propósito alguno que te haga triunfar.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
Humano guarda secreto de sumario: llora por dentro.